SEIP - Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas
Inicio arrow Investigaciones arrow la casa encantada 1

Estadísticas

Usuarios: 35050
Noticias: 446
Enlaces: 27

Mini Chat

Ultimo Mensaje: 5 años, 8 meses ago
  • chellois : viendo esta pagina tiene uno la impresion de ver una imagen fijada en el pasado nada a cambiado en la pagina de la asociacion desde hace anos
  • Jupaen : Hace mucho tiempo que no se actualiza la web?
  • beaseip : «email»
  • beaseip : Hola a tod@s: IMPORTANTE, para inscribiros al Simposio, utilizad sólo el email de yahoo... «email»  GRACIAS!
  • talko : hola bea cuando pones en la pagina la lista de ponentes??
  • talko : hola beaseip
  • beaseip : Hola a tod@s: IMPORTANTE, para inscribiros al Simposio, durante los días 28 y 29 de Junio, utilizad sólo el email: «email»  GRACIAS!
  • Lara : hola,,adan,,,?
  • vitor : hay alguien?
  • vitor : hola
Accede a la Web

CHAT SEIP

la casa encantada 1 Imprimir E-Mail
Escrito por Administrator   
domingo, 19 de noviembre de 2006

LA CASA MISTERIOSA DE BARCELONA

 

Angel Briongos Martínez ( Periodista especializado en la Investigación de lo paranormal y Coordinador del S.E.I.P. en Zaragoza)

         

Poltergeist 1935: Un Duende en Barcelona

 

 

 

Uno de los casos que más dio que hablar a la prensa de finales de 1934 fue, sin lugar a dudas, el duende de Zaragoza. Policías y jueces aunaron sus esfuerzos para intentar esclarecer aquella misteriosa voz que, inexplicablemente, escapaba del fogón de la cocina. Cuando éste asunto acabó, tras el carpetazo oficial por parte de las autoridades de aquella época, nadie podía suponer por aquel entonces que otro suceso, todavía más espectacular si cabe, se estaba gestando en otra ciudad: Barcelona.

 

 

 

Febrero de 1935. C/ Francisco Giner, nº43. Barriada de Gracia. Barcelona.

 

Esta calle, Francisco Giner, fue protagonista del segundo Expediente X español del siglo XX. En el espejo, el autor de este artículo en el momento de tomar la foto, y el letrero de carrer sobrepuesto.  El gélido invierno que castigaba a toda la ciudad hizo que Enrique Montroig Mendoza, de profesión vigilante nocturno se abrigara más de lo acostumbrado. Aquella noche iba a ser muy fría, y tras echar algunos alimentos a su morral para hacerla más agradable, abandonaba su domicilio como solía hacer todos los días en dirección a su lugar de trabajo. Atrás dejaría los bajos del número 43 de la calle Francisco Giner, en donde convivía con su esposa, madre política y dos hijos. Era el domingo 10 de febrero de 1935 y tras su marcha, la familia se fue a dormir ajena a lo que esa noche les depararía.

Curiosos frente al número 43 de la calle de Francisco Giner, en la barriada de Gracia, donde se producían los extraños fenómenos. Han pasado 64 años desde que se tomó esta foto. Si la comparamos con la actual fotografía a todo color –a la izquierda del grupo de tres– observaremos que apenas a cambiado la calle. (Fotografía época inédita 1935).

 Al poco rato de que se hubieran acostado, comenzaron a oírse unos golpes sordos en las paredes adyacentes a la escalera de la casa, y a eso de las once de la noche, los golpes, cada vez más seguidos, se intensificaron sonando en todo el edificio. Alarmado, el hijo mayor se levantó temeroso de que se tratara de unos ladrones, y al encender la luz del comedor oyó un fuerte estrépito a la vez que veía cómo un cajón que se hallaba sobre una repisa se lanzaba, con la fuerza de un proyectil, contra el suelo.

 

 En vista de los acontecimientos decidieron llamar al vigilante de la demarcación que, junto con el sereno, efectuaron una detenida inspección de la vivienda. Mientras tanto, todavía continuaban oyéndose los extraños ruidos, aunque más apagados. También los inquilinos de los pisos superiores, alertados por el escándalo organizado, se congregaron en casa de los El hermano mayor, Isidro Montroig, en el pasillo encantado de la casa misteriosa de Gracia, donde volaban los objetos inexplicablemente. (Fotografía época inédita 1935). Montroig para ver qué estaba ocurriendo; pero una vez que hubieron llegado los vecinos, los ruidos y demás sucesos misteriosos cesaron por completo, por lo que volvieron a marcharse a sus casas. Allí tampoco era necesaria ya la presencia del vigilante de la demarcación ni la del sereno, por lo que decidieron abandonar la inspección, que resultó negativa. Poco después de partir, los ruidos y demás fenómenos volvían nuevamente a turbar la tranquilidad en que había quedado la casa, prosiguiendo intensamente hasta el amanecer; momento en que regresó a su domicilio Enrique Montroig.

 

  

  

 Motivo de denuncia: Lunes, 11 de Febrero de 1935.

                             Como al día siguiente continuaron los ruidos, el dueño del piso se presentó en el cuartelillo de la Guardia Urbana del distrito para denunciar el hecho. Desde allí lo notificaron a la Delegación de Policía, y un agente, junto con una pareja de guardias, fueron destacados al lugar de los extraordinarios sucesos para realizar una minuciosa investigación que al parecer no dio resultado alguno. ¿De qué tipo de investigación se trataba? No lo sabemos, pero todo parece apuntar a que los policías inspeccionaron hasta el último rincón de la casa en busca de algún indicio, culpable de todo aquel alboroto.

Varios Guardias de Asalto vigilaban por la noche la casa misteriosa –elegida por los “duendes” como residencia–, para impedir que el público se estacionase ante ella. (Fotografía época inédita 1935).

 Al día siguiente, martes 12 de febrero, los fenómenos habían desaparecido; pero a eso de las siete y media de la tarde, el vecindario tuvo que salir precipitadamente a la calle, loco de terror, debido a los atronadores ruidos que nuevamente se estaban dando en la casa, seguidos de fenómenos a cual más extraordinario y sobrenatural. Una silla del comedor cayó por dos veces al suelo y se volvió a levantar sin la ayuda de nadie. El reloj se paró y reanudó la marcha sin tocarlo para nada. Desapareció un tenedor que estaba encima de la mesa para caer después a los pies del hijo mayor. La lámpara comenzó a moverse frenéticamente, y todos los cristales empezaron a tintinear. Inmediatamente cayó una lluvia de piedras en el patinillo y los ruidos, cada vez más ensordecedores, prosiguieron otra vez hasta el amanecer.

 

 Todo esto, y más aún, relató la familia Montroig a la policía.

 

 Entrando al comedor de la casa misteriosa acompañados de la policía. A los pies de Enrique Montroig Mendoza aparece una figurita decorativa de Minnie Mouse que acababa de caer al suelo desde lo alto de un aparador sin causa aparente. También aparece una silla que acababa de caer al suelo inexplicablemente. (Fotografía época inédita 1935). Pero curiosamente hubo un fenómeno que llamó poderosamente la atención de la policía: el tintineo de los cristales. Estos estaban tan sólidamente sujetos a la ventana, de modo que resultaba prácticamente imposible provocar dicho efecto –el temblequeo– intencionadamente.

 

 Pero había más testimonios, alguno de los cuales fueron narrados por los propios vecinos, asustados de lo que sus hijos decían ver. Los chiquillos aseguraban haber observado sombras blancas cruzando por el pasillo, así como sillas y relojes que se movían solos, además de sentir en alguna ocasión –los pequeños– el roce de una especie de ala fría sobre su frente, y como si alguien golpeara los cristales de la ventana de su casa, sin que allí hubiera nadie.

 

 

 

¿Quién provocaba el fenómeno?

 

                               La gente no tardó en relacionar los fenómenos con el espiritismo. Incluso llegaron a creer que cuando éstosLa vigilancia de la casa encantada continuaba durante el día. Las investigaciones abiertas por las autoridades no dieron resultado alguno. ¿Era el mismo duende que tanto dio que hablar en Zaragoza el que se alojó allí? (Fotografía época inédita 1935). sucedían era porque un espíritu estaba al llegar. Creencias aparte, se da la extraña circunstancia de que el más joven de los hijos de Enrique Montroig estaba enfermo: algo particularmente interesante, ya que como apuntan algunos parapsicólogos, muchos de los fenómenos paranormales que se producen en nuestros días podrían estar provocados por la presencia de jóvenes adolescentes en el lugar de los hechos. Un mecanismo psíquico desconocido de la mente de los muchachos, hace que se manifiesten los más variopintos fenómenos anómalos sin saber ni el cómo ni el porqué. Si a esto añadimos que el hijo de Enrique Montroig se encontraba enfermo, justo en los días en que tenían lugar los inexplicables sucesos, bien podría ser una atractiva circunstancia a añadir a la “hipótesis adolescente”, con lo que uniendo ambas coincidencias –adolescente y enfermo al mismo tiempo y en la misma persona–, se potenciaría el fenómeno poltergeist, desencadenando todo tipo de fenomenología paranormal en torno a la casa.

 

  

 

Otra vista del comedor encantado, foco principal de los fenómenos paranormales que acosaban a los Montroig. Sobre los dos aparadores de la pared se observan dos figuras decorativas de los entonces novedosos dibujos animados de Mickey Mouse que se caían constantemente al suelo. (Fotografía época inédita 1935). ¿Y el informe policial?

 

                         Como el dueño del piso se presentó en la Delegación de Policía para denunciar el hecho, en los archivos policiales debería quedar constancia de dicha denuncia. Y lo más importante, era la primera vez en la historia de nuestro país que se denunciaba a las autoridades españolas un fenómeno poltergeist, y teníamos la fecha: lunes, 11 de febrero de 1935.

 

A tenor de estos datos, podía tratar de localizar el supuesto informe del caso. Así pues, el viernes 18 de abril de 1997 me entrevistaba con el relaciones públicas de la Jefatura Superior de Cataluña, el inspector de policía Federico Cabrero, quien me recibió amablemente en el Gabinete de Prensa de dicha Jefatura. Tras exponerle el caso le pregunté si podía localizarse el informe. Su respuesta me llenó de incertidumbre: “lo intentaré, pero lo veo difícil”. No le faltaba razón. Días más tarde me comunicaba que en los archivos policiales no había encontrado nada. Y que a lo sumo, de hallarse algo, sería una minuta difícil de encontrar.

 

Lo he intentado por otros medios, pero todos los esfuerzos realizados han sido en vano. Sin embargo la esperanza es lo último que se pierde…

 

  

 

Un lejano recuerdo 

 

En la tarde del domingo 13 de abril de 1997, tan sólo cinco días antes de entrevistarme con el inspector deDetalle del plano de Barcelona donde aparece la calle Francisco Giner. policía Federico Cabrero, me desplazaba hasta el lugar de los hechos en busca de alguna respuesta. No sabía lo que me iba a encontrar; ni tan siquiera sabía si tal casa se conservaría en pie. Por el momento, el nombre de la calle no había variado en 62 años. Cuando llegué a la altura del número 43, la sorpresa fue mayúscula, el edificio que fuera protagonista de los extraños fenómenos, allá por febrero de 1935, todavía existía.

 

 En busca de alguien que me diera referencias del caso, comencé a entrar en los locales de dicha calle y hablé con los actuales inquilinos del propio inmueble. Todo fue en vano, nadie recordaba nada. Llamé al portal contiguo, el número 45. Tras una breve explicación del motivo de mi llamada, una voz femenina me invitó a entrar: “Espere un momento que bajo a abrirle”

 

Mi interlocutora, Isabel González Gaspar, me sugirió que pasara a su casa, en donde me presentó a su marido, Amadeo Canals Arribas, de 52 años de edad. Minutos después me encontraba en la amplia terraza que posee el piso. En la misma, un hombre de aspecto serio y curtido por la vida, me miraba extrañado, era el padre de Amadeo, Amadeo CanalsEnrique Montroig Mendoza junto a su hijo Juan, postrado en la cama debido a que estaba enfermo. (Fotografía época inédita 1935). Calvet, de 86 años de edad. Junto a él, su simpática hermana, María Canals Calvet, de 83 años, me saludaba educadamente. 

 

Una vez acomodado, les pregunté cuánto tiempo llevaban en esa casa, a lo que el octogenario Amadeo me contestó: “Desde que nací en 1911, toda la vida. La calle, antes de llamarse Francisco Giner, se llamaba Culebra”. Con una respuesta así era muy probable que los hermanos recordaran algo del caso, desconocido hasta hoy. Les mostré unas fotografías y les expliqué de qué trataban. El viejo Amadeo no tardó en reconocer en una de ellas al hijo del vigilante: “Este es Juan Montroig, el joven que está en la cama, el de la foto”. Y añadió: “Enrique Montroig, el padre, era vigilante de ‘Elizalde’, una fábrica de motores de avión en el Paseo de Sant Joan”

 

Este último comentario hacía más significativo el caso. El puesto de responsabilidad que ocupaba EnriqueLa casa misteriosa apenas ha cambiado. En el local se vendió ropa usada hasta hace poco tiempo. Compárese la toma de la izquierda con la vieja foto de los curiosos frente al portal en 1935. Montroig era un dato importante a tener en cuenta a la hora de evaluar el caso. Pero Enrique Montroig ya había muerto, así que me vería obligado a localizar a sus descendientes. A este respecto, el hijo de Amadeo me sacó de dudas: “Juan, el hijo del vigilante, si es que vive, a saber por donde andará. Nosotros fuimos amigos de la familia, y en el local ese tenían una peluquería, y conque aquí eran épocas malas, decidieron irse a vivir a Brasil, a Sao Paolo. Al cabo de un tiempo nos enteramos que se habían separado, y la ex-mujer de Juan, Petronila, se vino a vivir aquí. Una de sus hijas se llamaba Marineta. Pero ahora no tenemos ni idea de dónde pueden vivir”

 

Mientras tanto, la estupenda memoria que María todavía conserva a sus 83 años, recordó aquellos entrañables días: “Ahora que lo va diciendo me acuerdo. Recuerdo que por aquel entonces hubo mucho jaleo en Zaragoza con lo del duende, que hubo bastante ‘ruido’. Y al poco tiempo, ellos –los Montroig– empezaron que aquí Los hermanos Canals –Amadeo y María–, todavía recuerdan a la familia Montroig. María aún evoca el famoso poltergeist. también, que se movían las cosas, que no se qué, pero... al final les dijeron que callaran. Aquí en la calle, esto que aquí se ve que hay unos cuantos, pasaba un montón de gente por la noche, que es cuando hacía ruidos, y venían a oírlo... a ver qué pasaba... Mucha gente, mucha gente. Se reunía mucha gente. Y se dijo que lo hacían ellos, que lo movían ellos. También me acuerdo de ese comedor, el de la foto. Ahora está cerrado y hasta hace poco vendían ropa usada”

 

Poco más recordaría María; y a decir verdad, tampoco supo decirme quiénes fueron los que dijeron a los Montroig que callaran, ni si realmente eran ellos –los Montroig– los que provocaban los fenómenos intencionadamente. Finalmente la solución al caso parecía haber sido resuelta, porque hubo varios inquilinos –incluidos los Montroig– que desalojaron sus pisos para ocupar otros del mismo inmueble. Esto hizo sospechar a los vecinos y a las autoridades que el cambio de domicilio de la familia Montroig durante esos días fuera lo que probablemente hizo que los fenómenos –también inexplicablemente–El hijo de Amadeo detalló a nuestro colaborador cómo se perdió la pista del paradero de los Montroig. cesaran  de repente.

 

 

 

Situación similar 

 

Algo parecido había ocurrido meses atrás en Zaragoza con lo del famoso duende. La presión ejercida por las autoridades a los medios de comunicación ordenando que no informaran más sobre el caso, así como la acusación de fraude en el mismo, hizo que el asunto quedara aparentemente resuelto. 

 

No sería de extrañar que ante el revuelo que se ocasionó en Zaragoza con lo del duende, la policía de Barcelona decidiera no dejar que en su ciudad pasara lo mismo. Por tanto, mucho me temo que no fueran ellos mismos los que mandaran callar a la familia, e incluso olvidarse del tema a la prensa. De todos modos, fuera la familia obligada a no hablar más En la Jefatura Superior de Cataluña no hallaron el expediente de la denuncia del caso. ¿Se perdió, o fue destruido? con la prensa, o los periódicos presionados para no publicar nada más, de lo que podemos estar seguros es de que en la última semana de febrero de 1935 y desde altas horas de la madrugada hasta el amanecer, unos fenómenos inexplicables, acompañados de extraños golpes y ruidos ensordecedores, hacían que todos los habitantes del edificio afectado huyeran de sus casas, abandonándolas, saliendo en pleno invierno a la calle; lo que provocaría una denuncia por parte del dueño del piso en el cuartelillo de la Guardia Urbana del distrito, notificándolo a la Delegación de Policía del barcelonés barrio de Gracia. 

 

 

 

 

 

Precursor de futuros fenómenos paranormales   Todo un Expediente X

 

Modificado el ( jueves, 14 de diciembre de 2006 )
 
< Anterior   Siguiente >