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Escrito por Administrator   
domingo, 19 de noviembre de 2006
LUCES EN EL DEPÓSITO.
  Reportaje cedido por Inko Zubillaga,  coordinador del Centro Mizar. Original en :    www.centromizar.cjb.net      “Revista Mizar de ufología y fenómenos anómalos”

 

UN RELATO DE MIZAR SOBRE LOS FENÓMENOS EXTRAÑOS PRODUCIDOS JUNTO A UN COLECTOR DE AGUAS DE NAVARRA.

 

 

 

Figuras, miedos, ruidos, luces, más figuras... De este modo tan peculiar podríamos describir el transcurrir diario en Berbinzana, una pequeña localidad navarra situada a quince kilómetros de Estella. Los fenómenos inexplicados a los que muchos de sus habitantes asisten desde hace años no terminan de sorprenderlos. Se cuentan los casos OVNI por decenas, y los habitantes, lejos de acostumbrarse, siguen siendo cautelosos a la hora de tratar el tema. Sienten miedo a la vez que una sensación familiar al encontrarse con estas luces. Los ancianos del lugar exclaman: "Ya están "esos" otra vez ahí..."

Primer contacto.

Llegamos a Berbinzana a las seis horas de una tarde de julio. El sol calentaba de tal manera que ni las langostas sentían fuerzas para emitir sus naturales chasquidos. "Ni una sola nube. Quizás hoy...", pensamos cada uno en voz baja mientras paseábamos nuestras miradas por los grupos de gente que, con sus sillitas de verano, charlaban bajo las cornisas de sus casas. Nos miraban con extrema curiosidad. No era normal encontrarse a esas horas a dos despistados calle arriba calle abajo.

Buscamos a Eduardo, un buen amigo de Mizar que nos puso en antecedentes. " En ese pueblo suceden cosas extrañas que yo mismo he presenciado. Y os presentaré a personas que también las han visto. Y varias veces. Sin ir más lejos una señora los vio de nuevo hace un par de semanas." Sin darse cuenta, Eduardo trataba nuestra materia de estudio con un tono cercano, familiar, sencillamente envidiable.

Tras reunirnos con él en la plazoleta de la humilde iglesia de Berbinzana, nos dirigimos a casa de Carmen, una joven sencilla cuyo contacto con el fenómeno OVNI es ya algo cotidiano, pese al respeto que siente hacia esas luminarias.

...y comenzó de nuevo a atardecer.

- Recuerdo aquella tarde perfectamente. Serían entre las diez y las once de la noche.
- ¿No recuerdas la fecha aproximada?
- No. Sé que fue en el verano de hace dos o tres años. Estábamos en casa de un familiar cuando de pronto el barrio se iluminó. Se llenó todo de una claridad muy extraña, similar a que hay cuando comienza a atardecer. Alarmados, bajamos a la calle y comprobamos como a la altura del depósito de aguas había una luz esférica que iba cambiando de color, parpadeante y que desprendía una gran luminosidad. El silencio, eso sí, era absoluto.

Los ojos de Carmen brillaban al recordar el suceso. El entusiasmo que puso en su narración nos llevó a imaginar los momentos de nerviosismo y fascinación que los vecinos del pequeño pueblecito debieron experimentar ante aquel "intruso" situado a poca distancia de sus dormitorios.

- ¿Sabes si hubo problemas con el suministro eléctrico?
- No, para nada, no hubo ningún problema de ese tipo.
- El objeto, ¿estaba inmóvil?
- Al principio parecía estar quieto, sin embargo daba la impresión de estar más alto cuando subíamos de nuevo a casa y a menos distancia del suelo al retornar a la calle.
- Entonces... ¿se movía?
- No estoy segura; sólo sé que en todo momento se encontraba junto al depósito de aguas. Estuvo un buen rato; no sé cuánto, porque yo me fui mientras eso se quedaba allí durante un buen rato más...

Como suele suceder habitualmente en avistamientos OVNI nocturnos, la testigo presentaba claras dificultades perceptivas. A pesar de que el objeto se vislumbraba junto a un depósito de aguas, en cuanto Carmen retornaba a la primera planta de su hogar, tenía la sensación de que al mismo tiempo la luz se elevaba.

Nosotros sabíamos de agricultores que acostumbran a trabajar de noche los campos con sus cosechadoras o tractores, para lo cual utilizan potentes faros. Sin embargo Carmen descartó tal posibilidad por la sencilla razón de que no existen piezas de cultivo que rodeen el depósito de marras.

Nuestra testigo nos comentó varias veces el "mensaje" que ella captó de aquel encuentro: "Yo creo que lo que "ellos" querían era lucirse, que se les viera largo y tendido."

A nuestra petición de conocer a algún vecino que pudiera haber obtenido fotografías o grabación en vídeo durante el incidente, Carmen nos contestó que no conocía a nadie que se hubiese dedicado a sacar fotos. De lo que sí existía constancia física es de otro incidente totalmente diferente sucedido sobre los cielos del pueblo unos meses más tarde...

 

"Era como un paracaídas".

Carmen continuó relatándonos otras experiencias relacionadas con las dichosas esferas luminosas. Señaló, sin concederle demasiada importancia al dato, que poco tiempo más tarde fue testigo del mismo fenómeno -en el mismo lugar- y que fue entonces cuando pudo examinarlo más detenidamente y comprobar el lento y progresivo cambio de tonalidades del aparato.

Sin embargo, lo que Carmen recordaba con mayor entusiasmo fue un curioso suceso que habitualmente suele dar lugar a abundantes confusiones. Bastante tiempo después de los dos avistamientos que hemos comentado, la población de Berbinzana -al completo- asistió estupefacta al paso de un objeto sólido sobre el pueblo.

- Serían las tres o las cuatro de la tarde. Creo que era primavera u otoño, no lo recuerdo bien. De pronto, una gran "luz" anaranjada con otra blanca más pequeña justo debajo suyo fue cruzando lentamente los cielos. A mí rápidamente me recordó a un paracaídas... Aquello era una preciosidad -concluye.

Nos pusimos alerta. Por la descripción tanto de la morfología como de la velocidad del aparato, Carmen podría estar hablando, quizá sin saberlo, de un globo de sondeo meteorológico.

- ¿Recuerdas la trayectoria del objeto?
- ¡Cómo no! Venía de Miranda de Arga y atravesó Berbinzana por encima de la Iglesia. Era muy bonito...

Por desgracia, y como nos confirmaría minutos más tarde Eduardo, lo que sobrevoló el tranquilo pueblo fue un globo sonda. De hecho, el centro regional de televisión se hizo eco del asunto retransmitiendo las imágenes del globo a su paso por la zona.

A pesar de todo, los hechos que con mayor inquietud recuerdan los vecinos de Berbinzana son las extrañas luminarias que surgen siempre junto al depósito de aguas, un desértico e inhóspito paraje, sin pueblos cercanos ni piezas de cultivo, que invita a salir de allí lo más rápidamente posible. Esa familiar sensación, explosiva mezcla entre frío y miedo que nosotros experimentamos junto a Eduardo en aquel paraje al anochecer a la espera de algún suceso extraordinario, nos la confirmó Juana María minutos más tarde. Al finalizar nuestra conversación con Carmen, conocimos de primera mano la experiencia de nuestra nueva testigo. "Yo pasé mucho miedo", nos aseguraba una y otra vez...

"Creía que venían hacia mí..."

Apoyada sobre la ya obsoleta cocinilla "económica", ennegrecida por el continuo uso desde tiempos inmemoriales, "Juani" nos fue desgranando el espectáculo que hacía pocas semanas tuvo la oportunidad de contemplar frente a su terraza.

- Esto me sucedió hace muy "poquico" -nos espetó con una sana sonrisa en su rostro-. Habíamos decidido llenar la piscina por la noche, y yo fui la encargada de controlar que no se desbordara. Me levanté a eso de las dos de la mañana para comprobar que tal iba el llenado cuando vi "aquello". Al asomarme a la terraza vi justo ante mí algo parecido a una Luna con estrellitas volando a su alrededor. ¡Pero la Luna no era, por supuesto...! -nos aclaró, provocando la risa de los asistentes a la charla.
- ¿Dónde estaba situado el conjunto de luces?
- Pues frente a mi casa, en el monte, junto al dichoso depósito de aguas.
- Continúa, por favor.
- La luz más grande era blanca y muy "gorda", y las de alrededor eran pequeñas, de colores y se movían todas a la vez. Observé aquello muy poco tiempo y me volví a acostar. ¿Pues no os vais a creer que cuando me volví a levantar a las cuatro de la mañana aquellas luces seguían allí?
- ¿Y no tuviste miedo?
- Muchísimo. Aún se me pone la piel de gallina al observar el depósito y recordar aquello...
- Supongo que lo verías una tercera vez...
- Pues no, porque cuando me levanté a las seis de la mañana se habían marchado. ¡Y menos mal, porque en todo momento noté cómo venían hacia mí!

Juani no supo aclararnos esa escalofriante sensación de aproximación que experimentó la madrugada de aquella fresca noche de julio. Sólo sabe que "pasó mucho miedo..."

Tras su disertación, y debido a que de nuevo sacó a colación la estación abastecedora de aguas junto a la que Carmen fue testigo de un fenómeno similar, nos asaltó la duda. Muy a pesar nuestro, preguntamos a Juani la distancia de su casa al depósito y si existe alguna otra instalación cercana a la central.

- Hay muy poca distancia, bastante menos de un kilómetro, por eso lo te lo cuento tan segura de lo que digo. Y sí, hace poco instalaron una antena repetidora.
- Y las luces que usted vio... ¿no podían ser las de la antena o la de la caseta?
- ¡Pues claro que no! La antena tiene dos "lucecicas" rojas y nada más. Y la caseta está provista nada más que de un pequeño faro blanco. Pero insisto: aquello era como una luna con estrellitas volando alrededor. Además, "ellos" estaban por debajo de las dos luces de la antena de telefonía, y ésta quedaba bastante más a la izquierda... No mi chico, -concluye Juani entre risas- aquello no era la antena...

Sin duda, ni Carmen ni Juani habían sido víctimas de la confusión al tomar los pilotos de la antena por OVNIs. Juani, con un envidiable desparpajo digno del navarro de pura cepa, zanjó nuestras dudas de un plumazo: "Chicos, seré vieja pero no tonta..."

 

Luces en el camino.

Eduardo, el amigo que nos guió a lo largo de aquella velada en Berbinzana, nos confesó que las historias relatadas en su día por Carmen despertaron su curiosidad. "Fue a raíz de sus relatos cuando comencé a acudir en compañía de unos amigos a la zona donde se sitúa el depósito de aguas. Nuestra intención era comprobar si era cierto todo lo que se comentaba en torno a las luces que surgían en aquel monte.

Previamente, y antes de comenzar a relatarnos su escalofriante experiencia en "la zona", recordó la noche en la que un "ente lumínico" les siguió por carretera despertando sus temores.

- Hay una carrretera -comienza- donde la gente tiene la sensación de que suceden "cosas". En esa vía, que conduce a Falces, hay un pequeño pueblo en ruinas donde se han visto cosas extrañas. Pues bien, una noche, intrigados por los comentarios, nos pusimos en marcha hacia allí, y fue en ese lugar donde una esfera luminosa se situó a la par de nuestro vehículo. Llevaba nuestra misma velocidad, y cuando nosotros aminorábamos la marcha o parábamos "ella" hacía tres cuartos de lo mismo.

La original filosofía de vida de Eduardo le lleva a comprender sus experiencias OVNI como "claves" de uso estrictamente personal. Son experiencias propias, donde la importancia reside en el efecto que estas tienen sobre el testigo. Es por ello que una gran dosis de emoción transformaba su rostro a medida que nos reconstruía los hechos.

Eduardo se ofreció a acompañarnos a la zona del depósito para seguir narrándonos otra experiencia con formas luminosas como protagonistas.

Dejamos atrás las últimas villas del pueblo y nos adentramos -aún con la luz del día- en los desmontes y pedregosos caminos que rodean tanto la plataforma de la antena de telefonía como el colector de aguas. El lugar nos pareció idóneo para encontrarnos con cualquier cosa fuera de lo común.

A medida que íbamos caminando, Eduardo nos iba relatando los sucesivos encuentros con lo desconocido que había protagonizado en aquel tenebroso paraje. Cuando nos encontrábamos en una pronunciada pendiente, recordó cómo cierta noche, en compañía de un amigo suyo, divisó una especie de "forma alargada" que avanzaba hacia él. No supo identificarla. Cuando aquello se encontraba a no mucha distancia, una protuberancia emergió del bulto justo en su misma dirección. "Aunque no sabíamos de lo que se trataba, yo interpreté aquella transformación en un "gesto" por parte de la figura: daba la impresión de que nos estaba tendiendo la mano.

Avanzábamos por otra pendiente, bien adentrados en esa extraña zona, cuando Eduardo nos relató paso a paso el que, para nosotros, era el encuentro más escalofriante.

- Cogimos cierta afición a acudir a aquel sitio, porque casi todas las noches, bien entrada la madrugada, nos ocurría algo inesperado, misterioso. La noche del encuentro que os voy a contar, vinimos acompañados de nuestras amigas. Queríamos demostrarles que lo que les narrábamos con toda excitación era totalmente real.

Aquella noche comenzamos a recorrer los caminos montados en coche, por si acaso. Llegamos al final del terreno transitable y dimos la vuelta. Cuando iniciamos la bajada por esta prolongada pendiente, a escasos dos metros de nuestro vehículo apareció "aquello". A la derecha del camino, junto al barranco, una especie de "huevo" luminoso comenzó a crecer de tamaño poco a poco. Cuando alcanzó una altura considerable, un metro y algo, calculo yo, comenzó a decrecer hasta desaparecer. Y todo eso a un palmo nuestro. Los cuatro ocupantes del coche lo vimos. No fue una alucinación.

La punta del iceberg.

Los casos de encuentros con lo desconocido se cuentan por decenas en este pequeño pueblo navarro. Buscas un testigo determinado, y sin quererlo -ni imaginártelo- aparece otro buen número de casos, cada cual más jugoso, que requerirían mucho tiempo y dinero investigar. Una pena.

Casos como el de aquel joven al que se le cruzaron dos esferas sobre su furgoneta. Casos como el de aquel vecino de Falces que fue llevado por los aires "con coche y todo". Experiencias como la de aquel agricultor que tras sufrir un "atontamiento" al divisar una potente luz en sus sembrados llegó varias horas tarde a su hogar...

Un puñado de encuentros con el misterio en su más pura esencia. Con testigos de primera: gente sencilla, normal, sin ansias de fama... lo dicho, testigos de excepción.

Anochecía en Berbinzana. Y allí nos encontrábamos, en el escenario de los hechos, los miembros de Mizar en compañía de Eduardo, charlando sobre los enigmas aquí relatados, y en definitiva, a la espera de la confirmación. A medida que la luz iba disminuyendo, una sensación de desasosiego se fue apoderando de nosotros. Pero no era lo suficientemente intensa como para hacernos abandonar el lugar.

Con la Luna llena ante nosotros, finalmente nos quedamos en silencio, intuyendo la llegada de "algo" o "alguien". Rondaban las diez y media de la noche cuando una "estrella" acaparó toda nuestra atención. Un punto muy luminoso, blanquecino, y de mayor tamaño que una estrella común se desplazaba a gran velocidad por el cielo... ¡haciendo eses! Lo observamos durante un par de minutos. Suficiente como para considerarlo un irónico "guiño" hacia esas tres almas en pena que con tanto nerviosismo seguían "aquello" con los prismáticos.

Tras aquella pequeña  pero entrañable acrobacia celeste, nos retiramos.

 

Modificado el ( jueves, 14 de diciembre de 2006 )
 
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